viernes, 22 de julio de 2011

la espera...

20 de julio de 2011
Hospital Santa Lucía. Cartagena

Me siento en el bordillo sobre una hoja de periódico para no mancharme; me estoy haciendo mayor, me digo, inevitablemente mayor.
Espero.
Leo libros sobre escuchar a mi niña interior; escuchar su tristeza, sus necesidades. Yo recuerdo a una niña que jugaba y reía, no a una niña triste.
La niña da ahora de comer a mano a su padre.
Pienso en ti. Demasiado, tal vez. No es el momento, pero parece que nos moviera una instintiva pulsión hacia la vida, a aferrarnos a ella como si se nos escapara de las manos, como si anidara en tu pecho y yo quisiera sólo acurrucarme ahí.
Y calmar mis voces.
Y calmar esta espera.
Y escuchar a esa niña.
Frágil, dices.
Vulnerable, digo yo.
Papel y lápiz para la espera.
La vida y la muerte también esperan sentadas aquí.
Esperar que abran la puerta, que digan su nombre, que digan “familiares de...” y, entre todas esas palabras, pretender encontrarte tú, tu definición última, tu origen.
Van a decir “corazón”, lo sabes, pero no hablarán de amor; van a decir “viejo y cansado”.
Y tú te vas a sentir demasiado pequeña. Como tantas otras veces.

Y, extrañamente, por una vez, hay menos puntos suspensivos.