jueves, 29 de septiembre de 2011

¿?

Las preguntas son…

Si estarás conmigo cuando todo se derrumbe,

Si, cuando se alejen tras el vendaval, te quedarás a mi lado a recoger mis pedazos,

Si cuando diga “vete” sabrás entender “quédate”,

Si, cuando camine a trompicones, me darás la mano,

Si me levantarás del suelo,

Si me ayudarás a descender del cielo,

Si soplarás una pestaña para hacer realidad mis deseos,

Si, cuando te vuelvas imprescindible, entenderás que tendré miedo,

Si pegarás con paciencia las partes de lo que rompo a mi paso,

Si escucharás que en silencio te pido ayuda,

Si, cuando menos lo merezca, me sacarás a bailar al centro de la pista,

Si me protegerás de mi misma,

Si me regalarás palabras y besos a partes iguales,

Y si, sobre todo, me dejarás estar a tu lado para levantarte del suelo, pegar tus trocitos y soplarte una pestaña.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Rumbo a Alemania

(Estado de ánimo: aeropuerto de Barajas tras 6 horas de bus y con 4 horas más de espera por delante).

Las ansias de exprimir las vacaciones hasta el último minuto y mi característico miedo al vacío me hacen embarcarme en este viaje rumbo a Berlín, a Clara, a Essen, a Viky, a Frida y a la a veces perdida PetiteFleur.

A ratos, entre el cansancio, el frío (insistentes aires acondicionados) y el calor (el mes de agosto ahí fuera), me olvido de lo que me mueve y me pregunto: ¿pero qué hago aquí? 

Viajar sola hacia mi misma, respondo, hacia calles y ojos nuevos, hacia seres a los que echo de menos antes de haberlos conocido… con lo sencillo que sería quedarme entre tus brazos…

Viajo porque sé que he de escuchar lo que me ocurre, viajo porque he de descubrir qué es lo que quiero, qué es lo que soy capaz de arriesgar; viajo para aprender a ser mejor, viajo para cerrar este verano con alguna conclusión, para escribir un punto y aparte o un punto y seguido o, al menos, un diminuto punto y coma… Viajo para sentir que esta historia la escribo yo, que fluye por mi muñeca hasta escaparse por mis dedos…  para transformarme… para reencontrarme… Viajo para conocer mi geografía… nos lo merecemos… tú y yo.

A veces va todo tan rápido que necesito seis horas de autobús, cientos de kilómetros y un rincón soleado en el suelo de un aeropuerto para sacar lápiz y papel y ponerle nombre a las cosas: no puedo pedirte a ti lo que yo no me estoy dando; soy la primera responsable de mi felicidad, de mis cuidados, de saciar mis apetitos. Por eso es tan importante esta distancia para escuchar a mis entrañas gritar y descubrir qué me están pidiendo: ¿movimiento?, ¿cambios?, ¿literatura?, ¿mimos y cuidados?, ¿descanso?, ¿alimento?, ¿crecimiento?, ¿escucha?, ¿creatividad?, ¿aire?, ¿huída?...

Aunque amarga, me gusta esta sensación de no darte por sentado, de incluir el vértigo entre los 10 kilos que Ryanair me deja transportar… ¿y si son muchos días?, ¿y si te echo demasiado de menos?, ¿y si no consigo disfrutar?, ¿y si éste es el primer y último verano?...

¿Y si te escribo a ti en lugar de a mi?

Este viento frío me pone de frente a mis miedos, a mis inseguridades, a mis miserias y a estas cantidades descomunales de pasado que llevo sobre mi. Y si pesa el pasado y pesa el presente, es el FUTURO lo único liviano que puedo ofrecer.

Y si en ese futuro no me dejaran escribir con mi puño y letra ni ese diminuto punto y coma, trazar con toda mi fuerza un enorme punto de inflexión.