domingo, 6 de mayo de 2012

3052

La distancia entre Murcia y Dakar es de 3.052 km.
La distancia entre Dia y yo es de apenas unos centímetros.

Desde hace semanas me pregunto cuándo fue la primera vez que vi a Dia. Ambos creemos que fue a bordo de esa nave en la que paso tantas horas. Parece que hasta mi también lo trajo el mar… 

Aunque a veces tengo la sensación de viajar a la deriva, otras, como ésta, siento que navego en el rumbo correcto, con la compañía adecuada, con el viento a favor y con el equipaje preciso.

Estar donde tienes que estar.

Hacer lo que tienes que hacer.

Rodearte de quién te has de rodear.

Poco después de conocernos me hizo llegar unos textos en francés. Eran “3052” antes de serlo. Nunca los traduje y él siempre me machacó por ello.

Se ve que el viaje ya seguía su propia brújula; porque Dia no necesitaba traductor, necesitaba un poco más de tiempo para sumergirse en esta lengua y nadar todos los estilos… ¡hasta mariposa, nada Dia! Porque él, no sabemos muy bien por qué, desprende poesía al hablar. 

Espero llegar a entenderte en wolof alguna vez… inshallah.

Teníamos Encuentros los domingos y le dábamos vueltas al concepto de “integración”; una mañana Dia pulsó la tecla adecuada y dijo que <<la no integración es ruido y la integración es música>>, y, a partir de ahí, nos pusimos a bailar.

Bailamos en Canarias, bailamos en Murcia, bailamos sin movernos… y, en este libro, poniendo palabras a una de las realidades más duras de los últimos años, Dia, en el fondo, también nos invita a bailar…

Bailar como si estuvieras sola en el centro del universo.

Bailar como si ésta fuera la última noche.

Si te olvidas de leer y acercas el libro al corazón para escuchar, sentirás los latidos de un djembé…

Lejano y cercano…

Tu tum…
Tu tum…
Tu tum…

*Merci toujours pour m’approcher de mon oiseau noir…