domingo, 6 de febrero de 2011

compraventa


Sólo unos cuantos objetos materiales nos acercan a algo parecido a la felicidad.

Los demás nos sobran, nos atan, son lastre…

Entre los que me acercan está mi bici (“Chocolate” 3ª generación), mis gafas de sol verdes para ver el mundo en otro color (dios las tenga en su gloria), mi mp3 acuático (gracias mariajo), mi bata azul heredada de mi hermana, un lápiz recién afilado y unas botas nuevas que me lleven lejos y me devuelvan cerca.

El resto se compone del olor de mi madre, del eco de algunas palabras, de bailar a solas, del tacto de una página, del abrazo de algunas personas, del ombligo de mi sobrina pequeña, de algún “te quiero” a tiempo, del olor del café, de soñar con nadar, de los recuerdos de las vidas que he vivido, de reconocer un gesto mío en los ojos de mi hermano, de caer y levantarme y de echar de menos las cosas que aún no me han ocurrido.

Y esto, ni se compra ni se vende.

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