domingo, 13 de noviembre de 2011

De chocolate...


Érase una vez un país donde todos los habitantes tenían los dientes de chocolate: de chocolate con leche, chocolate puro, chocolate con almendras… todas las variedades excepto el chocolate blanco, un invento posterior que, afortunadamente, no había llegado a estas tierras.

No había nadie en este país que no luciera como dentadura onzas del más delicioso chocolate, por eso era tan sencillo distinguir a los extranjeros que viajaban hasta el país para cerciorarse de tan extraño fenómeno y que, una vez allí, escondían avergonzados sus dientes de color marfil y no sentían ganas de partir.

En este país eran todos eran muy sonrientes y, al hacerlo, parecía que una tableta del más delicioso cacao les ocupara la boca; tal vez por eso eran gentes tan dulces aunque con frecuentes dolores de muelas.

Ocupaban su tiempo bailando, tocando y cantando; pasaban la lengua sobre sus dientes cuando se sentían tristes y el dulzor del chocolate les hacía olvidar las penas y volver a bailar.

Una vez, hace algunos años, una nube blanca llegó sobre esta tierra y muchos de sus jóvenes se vieron obligados a abandonar el país de los dientes de chocolate. Algunos se fueron sin despedirse, otros se abrazaron a sus madres y hermanos, muchos usaron barcos de colores… ninguno sabía cuándo iba a regresar.

Vagaban por el mundo solos, buscando y sembrando la felicidad y, cuando la encontraban, la envolvían cuidadosamente y enviaban un trocito a su familia a través de western union

Lejos de su tierra se reconocían entre ellos al sonreír y dejar entrever sus dentaduras y, rápidamente, se trataban como hermanos, se invitaban a comer arroz y hablaban y bailaban hasta la madrugada.

Una de esas madrugadas, mientras sonaba de fondo un djembé, uno de ellos me desveló al oído el secreto del país de los dientes de chocolate: 

lo más relevante no eran sus dentaduras; lo que todos y cada uno poseían en esta tierra, aunque fuera imperceptible a la vista, era un inmenso y crujiente corazón de chocolate: de chocolate con leche, chocolate puro, chocolate con almendras…

Y yo ahí lo entendí todo…

(A ti, por tener dientes y corazón de chocolate.)

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